Después de un día precioso como el de ayer, en el que alegres inundábamos de Flamenco nuestro Día de Andalucía, con el generoso cante de Juan Pinilla y la guitarra de Francisco Manuel Díaz, hoy comienza la jornada con la triste noticia de la muerte de Paco de Lucía, al que ayer nombrábamos como uno de los más grandes de la guitarra flamenca. Debo confesaros, mis queridos alumnos, que hoy se ha ensombrecido mi alma, esta noticia ha puesto triste mi corazón, como este día de nieblas y humedad que nos rodea.
Mi pequeño homenaje a esta singular figura tiene tres fases: la primera, el poema de Federico, que hoy adquiere más sentido con la ausencia de Paco. La segunda, el Adagio del Concierto de Aranjuez, del maestro Joaquín Rodrigo, que él bordó dando al genial concierto para guitarra y orquesta este toque aflamencado imposible de igualar. La tercera, el cante de Juan Pinilla junto a la guitarra de Francisco Manuel Díaz en una granaína sobre la muerte de Federico García Lorca.
La guitarra (Federico García Lorca)
Empieza el llanto
de la guitarra.
Se rompen las copas de la madrugada.
Empieza el llanto de la guitarra.
Es inútil callarla.
Es imposible callarla.
Llora monótona
como llora el agua,
como llora el viento
sobre la nevada.
Es imposible callarla.
Llora por cosas lejanas.
Arena del Sur caliente
que pide camelias blancas.
Llora flecha sin blanco,
la tarde sin mañana,
y el primer pájaro muerto
sobre la rama.
¡Oh guitarra!
Corazón malherido
por cinco espadas.
Mi pequeño homenaje a esta singular figura tiene tres fases: la primera, el poema de Federico, que hoy adquiere más sentido con la ausencia de Paco. La segunda, el Adagio del Concierto de Aranjuez, del maestro Joaquín Rodrigo, que él bordó dando al genial concierto para guitarra y orquesta este toque aflamencado imposible de igualar. La tercera, el cante de Juan Pinilla junto a la guitarra de Francisco Manuel Díaz en una granaína sobre la muerte de Federico García Lorca.
La guitarra (Federico García Lorca)
Empieza el llanto
de la guitarra.
Se rompen las copas de la madrugada.
Empieza el llanto de la guitarra.
Es inútil callarla.
Es imposible callarla.
Llora monótona
como llora el agua,
como llora el viento
sobre la nevada.
Es imposible callarla.
Llora por cosas lejanas.
Arena del Sur caliente
que pide camelias blancas.
Llora flecha sin blanco,
la tarde sin mañana,
y el primer pájaro muerto
sobre la rama.
¡Oh guitarra!
Corazón malherido
por cinco espadas.
