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miércoles, 15 de abril de 2009

54/ Música y poesía en Al-Andalus. Tres culturas abrazadas

La poesía de Al-Andalus, aquella criatura de arte transplantada de Oriente, después de larga y gloriosa singladura, vino a morir sobre inertes superficies, arredilada en incomparables estancias y fuentes de ensueño. Pero no vino a morir. No es cierto. No era factible. No podía. Había de ser eterna, como eterno es el espíritu que le dió vida.
(Emilio de Santiago Simón, acerca de la poesía de la Alhambra.
Texto extraído de "Música y poesía del Sur de Al-Andalus", editado en 1995
entre Granada y Sevilla por El Legado Andalusí.)

La frase que nos visita este mes tiene que ver con la actividad que cerró el mes pasado: el concierto de Kamal Al-Nawawi el 31 de marzo para recordarnos cómo sonaba la España de los moriscos, de los mudéjares, de los mozárabes, de los judíos, de los sefardíes, de los cristianos enfrascados en su Reconquista.


Un gran arabista, especialista en la lengua, la literatura y la cultura árabe, Don Emilio de Santiago Simón, uno de los mejores profesores e investigadores que ha dado nuestra Universidad, nos expresa, con la calidad, la belleza de su vocabulario y la profundidad de conocimientos que le caracteriza, la verdad que tanto Kamal como yo hemos querido transmitiros en estos días:

Que por nuestras tierras, que por nuestras almas, pasó radiante una cultura, "una criatura de arte transplantada de Oriente", que es una de nuestras glorias. Como si buscase quedarse permanentemente entre nosotros, eligió escribirse en las paredes, recostarse en el sonido de las fuentes o en el cantar de las corrientes juguetonas que sortean callejuelas y jardines, esconderse entre las hojas y el viento, enmudecer entre el silencio de ella, La Alhambra, La Roja, la misma que preside nuestra ciudad y nuestros días.

La poesía, la música de Al-Andalus están ahí, entre sus muros... "no vino a morir. No es cierto... No podía. Había de ser eterna, como eterno es el espíritu que le dió vida".

Ejemplos de esa magistral cultura son nombres como los de Averroes, Avicena, Ibn Bayya, Ziryab,... Por el lado hebreo Maimónides, Ibn Gabirol, Yehudah Halevi,... Por el lado cristiano Berceo, el escritor del Mio Cid o Alfonso X el Sabio, el sabio rey que supo leer más allá de divisiones y culturas estratificadas para entresacar lo más hermoso del ser humano: que caminando juntos caminamos mejor.

Permitidme, mis alumnos/as de Fuente Vaqueros, que hoy me quite el sombrero ante todos ellos y que agradezca personalmente a quienes en mis años de Universidad me enseñaron a amar esta parcela de nuestra historia. Como Doña Ana Riaño, profesora y amiga. Como el Padre Antonio Torres, investigador constante y humilde. Como Don Emilio de Santiago, admirado sabio. A todos ellos GRACIAS por su amor a la pedagogía y al verbo que enseñaron.

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